CATALEJO

OPINION LIBRE PERMANENTE SOBRE EL DIA A DIA. AUTOR JUAN SIMON CANCINO PEÑA, COMUNICADOR PERIODISTA. BOGOTA COLOMBIA.

Wednesday, March 21, 2007

DE VISITA

Autor Juan Simón Cancino Peña

TLC: TUVIMOS AL LEVIATÁN EN CASA

Pocos acontecimientos generan al extremo la ira santa del gobierno de Álvaro Uribe, como aquellos en los que organizaciones no gubernamentales en particular de la Europa nórdica, muestran afinidades ideológicas con las estructuras subversivas en Colombia, si se tiene en cuenta que reconocimientos de tal magnitud, podrían tener implicaciones de legitimidad política, lo que daría al traste con el discurso promovido por el gobierno nacional con el que se pretende posicionar ante el resto de naciones y de los organismos multilaterales la imagen de los movimientos guerrilleros, no como grupos alzados en armas con una propuesta de un determinado modelo de Estado sino como manifestaciones terroristas.

Si ello fuera de ese tenor, entonces bien podrían millones de ciudadanos de Irak, Afganistán y Palestina entre otras tantas sociedades atropelladas por los gringos, acusar al gobierno de Colombia de legitimar instituciones terroristas, teniendo en cuenta que aquí en el país le dimos bienvenida de jefe de Estado con honores militares y demás, a un personaje como el presidente de los Estados Unidos, que comportándose como el más monstruoso asesino global, a masacrado a miles y miles de personas de esos países, ya en forma directa, por interpuestas naciones, con la anuencia o la omisión de las asociaciones supraestatales o contando con el favor de organizaciones criminales de bolsillo, en virtud de la legitimidad que gobiernos pusilánimes como el de Colombia le han otorgado.

Decir que el pasado domingo 11 de marzo Bogotá fue por cerca de seis horas la ciudad más peligrosa del mundo, no resulta un acto de temeridad pese a todo el despliegue de seguridad oprobioso y fanfarrón demostrado por parte de las autoridades colombianas y estadounidenses, a juzgar por la presencia de George Bush, el ser humano que más amenaza la seguridad del planeta tierra, el terrorismo disfrazado de occidentalismo judeocristiano y vestido con el infame traje de la legalidad.

Y mientras tanto, los bogotanos de bien, vieron alteradas sus tranquilas vidas por cuenta de una serie de atropellos, que comenzaron por arruinar la ciclovía dominical hasta violentar el sagrado derecho a la libre locomoción, todo porque el presidente de Colombia tenía que recibir a su álter ego vaquero, finquero y capataz, el mismo que lo llevara a violar una tradición democrática histórica de Colombia, al constituirse en el único país del continente que apoyara la invasión a Irak, quien recibía a su amo, con el servilismo más abyecto, del que mandatario alguno haya dado muestras en Colombia, por lo menos durante los últimos años.

Decir que Bush vino a Colombia para afianzar la firma del TLC es una vulgar mentira, porque poco y nada le queda por hacer en esa materia cuando el tratado ya está en manos de los congresos de los dos países, más aún cuando el legislativo gringo es de mayoría demócrata en la oposición; además Bush que según las cifras de popularidad carga en su país con un desprestigio cercano al 80 por ciento, llegó a América Latina cuando el sol le cae a las espaldas, desprestigiado, con poca maniobrabilidad política, y quizás como una medida para allanarle un poco el camino al próximo candidato republicano para atraer la atención de los votantes latinos, la minoría más grande en los Estados Unidos.

Acaso alguien le cree a Bush cuando en forma hipócrita, y quien sabe con qué oscuros propósitos intenta congraciarse con el pueblo de América Latina, cuando promete flexibilizar las leyes antimigratorias, impulsadas como pocas veces en la historia norteamericana por él mismo, aquel que se erigió como implacable abanderado para la construcción del monumental muro que pretende separar a México de su país, sumado al odio que ciente por todo aquello que represente a la cultura musulmana. Como dicen las abuelas, y aquí el dicho si resulta más literal: “Satanás haciendo hostias”, y éstas adobadas con azufre.

Ojalá esta visita fugaz de ladrón nocturno, no sirva para aumentar el servilismo de la justicia colombiana; que el deshonroso record de cerca de 480 personas extraditadas a ese país durante el gobierno de Uribe toque a su fin ; que la dignidad del pueblo de Colombia, no se siga feriando quien sabe a cambio de qué; que al menos nos pregunten si queremos seguir siendo cómplices de los genocidios cometidos por el gobierno norteamericano a lo largo y ancho del planeta; y por sobre todo, que sea Colombia un Estado soberano con la capacidad para entender que por encima de sus dirigentes lamesiesos está el pueblo soberano.

Así como existe en Bogotá y en otras ciudades del país “el día sin carro, que nuestras fuerzas de seguridad y defensa en compensación por los agravios recibidos durante la visita de Bush, lleven a cabo una jornada de seguridad similar al dispositivo preparado para tal fin, pero sin los abusos a los que sometieron a la población, y para que nos demuestren que la seguridad no es una pantomima para quedar bien con el amo, sino una convicción que pretende proteger a los ciudadanos y ciudadanas, al margen de tener que guardar las apariencias. Y que los comerciantes tan vociferantes por el día sin carro, dejen de ser hipócritas y nos digan cuanto perdieron sus negocios por la visita del sátrapa policía del mundo. <>

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