"Ladrones y bufones"
Paracocracia y otros males
Hace cerca de dos años, la furia de los padres de esta tantas veces ofendida patria, y no en pocas veces por ellos mismos, estalló en premonición apocalíptica, cuando algunos jefes de las Autodefensas Unidas de Colombia (auc), aseveraban que contaban con el respaldo del 35 por ciento del Congreso de la república. No se hicieron esperar los insultos y negativas de nuestros ofendidos senadores y representantes a la Cámara, señalando que tales afirmaciones atentaban contra la imagen del legislativo y contra la democracia misma.
Qué estarán pensando hoy, esas mismas prostitutas bien bañadas de la política nacional, que en su momento negaron lo que empezaba a ser un secreto a voces, y que hoy es noticia confirmada: los nexos de vieja data entre los grupos paramilitares y reconocidos figurines de la alta política en Colombia. Según la Corte Suprema de Justicia, los delitos de los narcoparacocongresistas, van desde financiar y conformar grupos paramilitares, hasta ordenar homicidios selectivos y masacres.
Durante cerca de cinco años, desde diversos sectores de la vida nacional, al presidente Álvaro Uribe, se le pidió que asumiera una posición radical frente a los que en su momento eran supuestos nexos de paramilitares con políticos, muchos de los cuales lo acompañaron durante su primer mandato y en la puja por la reelección. Todo el país se quedó esperando la respuesta del presidente, y esta tan solo llegó y de forma lacónica hace algunos días, cuando el pueblo en su mayoría descreía de la sinceridad de sus palabras.
Pero como siempre Uribe, manipulador y mentiroso, primero afirmó que él y su gobierno, siempre habían en aras de la democracia, sostenido una posición radical en contra de los violentos, y remató su intervención con una cortina de humo como ya es habitual en él, pues comenzó a botar estiércol para todas partes, o a poner el espejo retrovisor como dicen los más moderados, al recordar grandes pecados de gobiernos pasados, en un intento desesperado por encontrar una justificación tardía para su gestión.
Si de poner el retrovisor se trata, sería bueno que empezáramos hablando de las tristemente célebres “Convivir”, que no fue otra cosa que la legalización del paramilitarismo en Antioquia cuando el hoy presidente era gobernador en ese departamento, el mismo presidente que no muchos años después, de manera mafiosa manipuló al Congreso para hacerse reelegir, y con esa autoridad moral y ética, es que pretende combatir las autodefensas y cuestionar al congreso: con razón que su selectiva mano dura no le a servido para confrontar a sus compadritos de andadas.
Sería el colmo del cinismo y la sinvergüencería, como seguramente ocurrirá, que al igual de lo acontecido con el presidente Samper y el histórico proceso ocho mil, al final de las investigaciones nos salgan con el cuento de que todos sabían de los nexos de los narcoparacos con políticos, menos el presidente, con el argumento de que si la figura del primer mandatario es tocada siquiera, que dirán en América de la democracia más vieja del continente, y con esa disculpa torpe, si es necesario le perdonamos al presidente incluso que sea un hampón.
Y entonces de cual democracia nos hablan, si de ese pueblo, tan apto para sus discursos veintejulieros, pero que en el fondo desprecian, solo les es útil apenas están cerca las elecciones: motivan a la gente a salir a sufragar; y de que vale el voto de un ciudadano, cuando las grandes mafias electorales de este país, en connivencia con los terroristas y delincuentes, amañan a su arbitrio la conformación del congreso, y de pasadita escogen presidente, nos meten la vulgar mentira de que democracia es ir a depositar un boto, que ni cuenta ni a nadie le importa, bandidos a los que si fuera poco, les tenemos que dar las gracias pagándoles entre todos onerosos sueldos y prestaciones sociales, y pensiones de jubilación que no se compadecen con la pobreza de la mayoría.
Y como si faltara una afrenta más, empiezan a promover una ley de punto final, con la que pretenden exonerarse de todos sus crímenes; ellos mismos delinquen, y ellos mismos se ponen el castigo. Deberíamos nunca volver a sufragar para escoger a ninguno de estos criminales, o por lo menos promover en serio el voto en blanco como fórmula mayoritaria, y así exigir la conformación de un nuevo congreso, aunque si así fuera, con seguridad cambiarían ese pedacito de la ley antes que por mandato popular los revocáramos, y volverían más tiránica esta democracia, por lo menos hasta que muriese el emperador reinante, y hacer patente más que nunca el refrán: “tras de bufones ladrones”.
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