EUFEMISMOS DIVERSOS
Por: Juan Simón Cancino Peña.
Pareciera que una de las estrategias de nuestros tecnócratas para hacerse visibles con sus aportes, pasara por apropiar nuevos términos para referirse a los hechos que tienen lugar en sus ámbitos de influencia, como si con sus nuevas palabras estuvieran resignificando la realidad, o avanzando en nuevas comprensiones respecto de los problemas que aquejan a las sociedades modernas; y desde luego no faltan los incautos que caen en la trampa de los lenguajes que creen políticamente correctos, pero que en nada cambian la forma de darle nuevos sentidos a las realidades que los rodean.
En el lenguaje de la guerra cuando un avión militar lanza un misil y este impacta a una escuela y mueren niños, un atroz asesinato queda en la categoría de daño colateral; los propietarios de la tierra que son expulsados a la fuerza de sus territorios, pasan de víctimas a emigrantes, tal y como lo señalara un ex asesor presidencial que se autodenomina analista político; los cientos de miles de personas que a diario invaden calles y andenes con cuanta chuchería existe no son desempleados, son parte de la economía informal y por eso en las estadísticas no son considerados como desempleados, cifras que sirven para justificar la baja en las tazas de desempleo.
Hace carrera por estos días en el ámbito de la discapacidad uno de esos tantos eufemismos, según el cual no existe la discapacidad si no las capacidades diversas. En primer lugar si se trata de capacidades diversas, todos los seres humanos, independiente de nuestras particularidades tenemos capacidades diversas, pero no por eso todos los seres humanos vivimos condición de discapacidad. De otro lado, creer que las capacidades de las personas con discapacidad son comprensibles con base en sus limitaciones, es prejuicioso y por ende discriminante, porque es suponer que las capacidades se explican a partir de las limitaciones y no con base en las actitudes y aptitudes individuales, que están determinadas por condiciones específicas explicables con base en la estricta condición de humanidad y no en la de discapacidad, y que en el caso de las personas con discapacidad no es superior o inferior a las del resto de los mortales.
Más preocupante resulta reducir la discapacidad a una cuestión de capacidades, más aún si esto implica la anulación de las personas con discapacidad como individuos políticos con la expectativa de ejercer ciudadanía; es decir, es una instrumentalización de la persona, que tiene validez social en la medida que desarrolla competencias medibles y observables por un tercero, pero que no existe como agente con determinada ideología, que sus luchas de reivindicación son estériles, todo porque tiene capacidades diversas, como si esto se tratara de aprender a hacer traperos, para que alguien diga después que están bien hechos, y que así queda demostrada la capacidad diversa.
La discapacidad, así haya sido usada con propósitos perversos por personas con y sin discapacidad, es una realidad social y sobre todo cultural, y la negación de su existencia con base en argumentos como el de las competencias diversas o como el de la prevención de la discapacidad, generarán sin duda nuevas formas de discriminación con base en la negación de los seres o del ocultamiento de los argumentos; otra explicación que en este orden de ideas será necesario dilucidar, es si la discapacidad está solo en el entorno, como si se tratara de algo inmaterial o solo estuviera supeditado a las creencias de las personas, lo que resulta tanto como atribuirle al hecho de ser pobre una mentalidad de pobre, como si la pobreza material fuera una invención de mentes calenturientas y resentidas y no algo que tiene lugar en el mundo objetivo.
Siguiendo con el eufemismo de las capacidades diversas como negación de la discapacidad, en ese sentido podríamos decir que lo afro bien podría ser reducido a un asunto de mayor o menor cantidad de melanina, que el ser gay es asunto exclusivo de simples preferencias sexuales, que la condición de desplazamiento desaparece con un rancho de latón en los suburbios de las ciudades y un trabajo mal pago, y que las luchas de los movimientos feministas quedan resueltas con leyes de cuotas, eso por dar solo unos cuantos ejemplos. Y dónde quedan entonces los derechos de las personas, su capacidad para confrontar desde sus argumentos, porque sus luchas son más que la simple aceptación de preferencias, porque de lo que se trata es de transformar la cultura con base en la trascendencia de los seres, pero no como objetos, si no como eso, como seres que sienten
Juan Simón Cancino Peña.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home