CATALEJO

OPINION LIBRE PERMANENTE SOBRE EL DIA A DIA. AUTOR JUAN SIMON CANCINO PEÑA, COMUNICADOR PERIODISTA. BOGOTA COLOMBIA.

Friday, January 19, 2007

2007



AÑO NUEVO: ¿PATRIA NUEVA?


Por antonomasia cultural nos han enseñado que el comienzo de cada año, es un punto de partida utilizado por muchos como la disculpa perfecta y socialmente aceptada, para cambiar lo que en años anteriores no se realizó por pereza o porque simplemente no se quiso hacer. Para otros es un acto de conciencia firme y responsable, cuyo objetivo es replantear proyectos, iniciar unos nuevos, o tan solo darle un giro no de 360 grados a la existencia porque sería tanto como quedar en el mismo lugar, sino de 180 grados, que eso si es darle un viraje diametralmente opuesto a la vida.

Es con seguridad el clamor de muchos colombianos, que esta inerme patria boba, emprenda algunos propósitos para este 2007, que no se queden en ilusiones perdidas como las promesas del borracho a las 12 de la noche del 31 de diciembre, de las que luego se arrepiente en medio del guayabo del comienzo de año, o que prefiere postergarlas un poco más, con mayor desfachatez que la del cínico, que en pleno 2 de enero dijo con sorna: se acabó este año y no se hizo nada.

Ojalá por fin, y para alegría de tantos y tantas que han sufrido en forma injusta, se haga el tan impunemente manoseado acuerdo humanitario entre las FARC y el gobierno colombiano, y una plegaria al redentor y dador de la libertad, para que los expertos en negociación de conflictos y su sabiduría de deidades, no sigan confundiendo cese de hostilidades, con alto al fuego, negociación dialogada del conflicto, intercambio de prisioneros y desmovilización de combatientes, y que su maniqueísmo les permita entender, que estos principios de la guerra, así como se pueden dar en forma paralela, objetivamente ninguno es prerrequisito obligado de otro para alcanzar logros parciales, en aras del objeto supremo que es negociar la paz.

Un padrenuestro implorando para que por fin la sociedad en su conjunto comprenda, que los niños y niñas no pueden seguir siendo objeto de abusos sexuales, físicos, psicológicos o de cualquiera otra índole, y que no resulta justo que continúe su explotación en ningún tipo de trabajo, que se les garantice la educación, la salud y entornos protectores, y que el gobierno central y a quien le corresponda en las regiones, velen para que este propósito se cumpla, y no se vuelva plataforma de campaña de vividores y ladinos de la política.

Bienaventuranzas a todos los colombianos con capacidad de sufragar, para que en este año de elecciones, la escogencia de nuestras autoridades locales sea hecha a conciencia, y no con la impajaritable mediación de un frugal tamal o una espléndida lechona, que no por sabrosas y apetitosas viandas, pueden ser el faro que ilumine un acto que en esencia debería ser de razón y no un impulso de las papilas gustativas y de las glándulas odoríferas. Quien quita que este sea el año en el que empecemos a cambiar el paradigma, y que podamos decir a la vuelta de unos años: tenemos los gobernantes que nos merecemos, pero por honestos y visionarios.

Loas en el olimpo para que los dioses de las relaciones internacionales y del comercio exterior, para que el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, no resulte siendo un cuento chino en particular para el agro colombiano, y que productores de cereales, verduras, hortalizas, avicultores y muchos otros trabajadores del campo, no resulten perjudicados por el capricho de tanto alzafuelles de los gringos, que lo único que pretenden con su TLC, es obtener visas para sus castas dinásticas, X Box y Ipods más baratos para sus delfincitos, y ropa de segunda para la sirvienta como dirían, o para lucirla ellos mismos y hacerla pasar por nueva.

Antes de preguntarnos en forma desprevenida o como por un acto reflejo cual sería nuestro aporte para tal causa, es necesario decirlo aunque suene de Perogrullo, que resulta de más valía una solitaria y pequeña tarea que se hace con convicción y persistencia, que una pléyade de promesas que se usan como lucimiento personal en público, y que al final solo resultan baladronadas gritadas al viento. Una sociedad como la que soñamos la mayoría, con justicia y tranquilidad, no es el resultado de grandes esfuerzos que unos cuantos hacen por el resto, sino el logro de pequeñas luchas que todos hacemos por todos, porque por poco trascendente que parezca una acción, siempre involucra a otro para bien o para mal.

Los avivatos

La cultura de la trampa

Hace algunos días un operador de televisión por cable, de manera inadvertida interrumpió la emisión de Fox Sports que según los índices de sintonía es el tercer canal más visto en el País, después de los canales privados con cubrimiento nacional. Al llamar para averiguar el porqué de la suspensión del canal, respondían que todo obedecía a una falla del satélite que impedía recepcionar la señal de origen en forma apropiada. Lo extraño era que todos los restantes operadores continuaban emitiendo la señal del canal deportivo sin contratiempo alguno

Lo primero que un desprevenido usuario podría pensar, es que su operador, Cablecentro, Había gastado una enorme suma de dinero, con seguridad para pagarle a la Nasa, para que le fabricara y le pusiera en orbita un satélite artificial propio, de allí que si éste fallaba, no tenía porqué pasar lo mismo con el resto de operadores, que sin los recursos de Cablecentro y sin los contactos en la Nasa O EN LA Agencia Espacial Europea, les tocaba compartir el mismo satélite, junto con muchas otras compañías de telecomunicaciones en el hemisferio.

Todo era evidentemente una vulgar treta, no había ninguna falla con el satélite, simplemente es probable que haya pasado lo mismo que tantas veces ha sucedido con este mediocre operador de televisión por cable: no le pagan los derechos de transmisión a los canales internacionales, quienes a su vez suspenden la señal, y el afectado final es el cliente, que termina cancelando en forma irrevocable un servicio que no está recibiendo a placer, y que además tiene que soportar que lo traten como a un idiota al que transan con la primer estupidez que se les ocurre.

Lo anterior es tan solo un ejemplo, de cómo la mayoría de empresas que prestan servicios en Colombia, someten a sus clientes a un trato desobligante. Los pedidos a domicilio a restaurantes, son una fiel copia de la incapacidad para atender con dignidad a los clientes: comidas que llegan frías, a destiempo y sin el contenido ordenado por el comensal, y eso cuando el mensajero no se toma el trabajo de cobrarse la propina por anticipado, pues uno es el valor anunciado al momento de solicitar el servicio, y otro más alto por supuesto, al instante de cancelarlo.

Las empresas de telefonía representan algunos de los casos más aberrantes, como cuando alguien que tenía un determinado plan de llamadas, decide cambiarse a otro que considera más favorable porque puede hacer llamadas locales en forma ilimitada con una tarifa fija, aunque le resulte un poco más costoso, y luego de hecho el cambio, por lo menos verbalmente, la compañía comienza a cobrar la nueva tarifa, pero eso si, con el servicio anterior, o a veces inferior, y de esos casos se cuentan por cientos, o al menos de eso se queja mucha gente en Bogotá con la ETB, que son muy rigurosos a la hora de cobrar pero ineficientes cuando toca resolver a favor de los usuarios.

Y entretanto ¿quién defiende a los usuarios?, ¿quién vela para que en los bancos no le metan billetes chimbos a la gente?, ¿quién cuida a los pasajeros de los chóferes de buses atarbanes que conducen a las patadas y arriesgan la vida de otros?, a donde acudir para que los tenderos tramposos e inescrupulosos no alteren las unidades de medidas y peso?, ¿a donde se denuncia a los dueños de discotecas y burdeles que a propósito reciben cédulas adulteradas de niños para que puedan beber trago?, y ¿cual es la autoridad que impide que a las personas les vendan alimentos, bebidas y medicamentos falsificados?.

La existencia de tanto tramposo la hemos justificado con el cuento tonto de que “es que acá en Colombia, la mayoría somos honestos, que los tramposos son unos poquitos”, Detengámonos por un instante a pensar si los ladrones y desleales son la minoría como eufemísticamente afirmamos: no más con ese cuento, aquí en esta sociedad lamentablemente hay mucho pícaro en todos los niveles y a todas las escalas, y hasta tanto no lo aceptemos, difícil será construir pedagogía para cambiar esa cultura de la trampa, en el que quien la hace es un putas y el que no un güebón.

Sería utópico pero espero que no imposible, edificar una sociedad en la que en el peor de los casos, los tramposos de verdad fueran la minoría, en la que el timo no fuera motivo de halago social y decir la verdad no sea entendido como un acto de lambonería. De lo contrario, no tendremos argumentos ni mucho menos autoridad ética, para criticar a esa cultura mafiosa y mentirosa, que patrocinada por todos de una u otra forma, se ha ido convirtiendo en un monstruo que como el camaleón que se camufla en la maleza, ya nos parece una parte habitual del paisaje.


Friday, January 05, 2007

¿No preparados?


Sin derecho a la verdad

“El país no está preparado para conocer la verdad”. Esta maravillosa perla fue proferida hace algunas semanas por Luis Carlos Restrepo, durante una de sus memorables y elocuentes intervenciones, en su tonito de esquizofrénico. Vaya contrariedad con este psiquiatra orate, con la que a modo de cortina de humo, pretendía decirle al país, y para proteger sabrá Dios a quién, que los crímenes cometidos entre políticos y paramilitares deberían permanecer en el olvido. Lo raro, ¿o no?, es que tal desfachatez haya sido propuesta por el encargado por el presidente, de liderar los diálogos de paz.

Sería bueno recordar una de las máximas de Emmanuel Kant, cuando en su Crítica de la Razón Pura, expone que uno de los elementos determinantes en la vida de los hombres y de las sociedades, es permitirles pensar por si mismos. Entonces el señor Restrepo, como gobernante antidemocrático que es, se toma el atrevimiento de decirle a muchas de las víctimas de esta guerra que mata a Colombia, que no tienen derecho a pensar por si mismos, y tampoco a saber la verdad, y que acaso él con su enorme sabiduría dirá cuando el país esté preparado para tal cosa.

Alguna vez el libretista y guionista de televisión Dago García, decía que en Colombia la gente olvidaba porque le tocaba hacerlo como mecanismo de defensa, dado que a veces los recuerdos eran tan dolorosos que resultaba mejor echarlos a la caneca de la basura, o porque los acontecimientos ocurren con tal vértigo, que lo que ayer resultaba como un suceso de gran impacto, al día siguiente era reemplazado por otro igual o más fuerte, y que esa dinámica de los hechos nos había privado del derecho a recordar.

Hasta que punto ese argumento que conciente o inconscientemente se nos ha vuelto pretexto, es válido cuando de resarcir a víctimas de un conflicto se trata, o incluso cuando lo recordado se vuelve referencia de lo que no se debe hacer, y despreciamos esa premisa histórica, según la cual los pueblos que olvidan su pasado están condenados a repetirlo, y con ello olvidar que de la memoria puede depender que un pueblo lacerado recomponga su tejido social. Quizás si la vida y el conflicto armado en Colombia fueran un simple guión de cine, sería fácil reemplazar recuerdos como el dramaturgo que olvida los diálogos de Hamlet porque a la semana siguiente tiene que aprenderse los de Otello.

Saber la verdad implica recordar pasajes crueles, es verdad, y saber la verdad en el caso de la parapolítica en Colombia, es fundamental en la medida que las víctimas de masacres, extorsiones, violación a los derechos humanos y todos los delitos de lesa humanidad que aquí se han cometido por cuenta de la guerra, deben ser resarcidos en la medida que las circunstancias lo permitan, porque si bien retornar a la vida a alguien que ha muerto es tarea imposible, no lo es saber quien determinó una masacre o la ejecutó, o a quien no le gustaría que le devolvieran la parcelita de la que dependía el sustento de su familia, la que un buen día un fulano se la robó porque se le dio la gana.

Sería prudente recordarle a tanto funcionario del gobierno central, tan acostumbrados a decir estupideces, que ellos no son más que un simple engranaje, que representan el mandato soberano de millones de ciudadanos, y que por lo tanto, están obligados a responderle a la sociedad de acuerdo a principios universales de derechos y deberes, en el marco del estado social de derecho en el que se supone que vivimos, y no con base en sus mentalidades parroquianas, a través de las cuales ven al pueblo como una gleba insurrecta, a la que creen cobijar con la benevolencia de su heteronomia

Ojalá esté lejos el día o que nunca llegue, que nos salgan con el cuentico de que como aquí no estamos preparados para saber la verdad, mucho menos lo estaremos para vivir en democracia, y que en virtud de tal cosa, será mejor dejar al autócrata que ya tenemos, para que perpetúe su monarquía, y que piense por todos porque no estamos preparados para hacerlo por nuestra propia cuenta, y que legisle y además administre justicia, porque nadie en este país aparte de él y de quienes lo rodean están preparados para ejercer todos sus derechos con autonomía.

"Ladrones y bufones"


Paracocracia y otros males


Hace cerca de dos años, la furia de los padres de esta tantas veces ofendida patria, y no en pocas veces por ellos mismos, estalló en premonición apocalíptica, cuando algunos jefes de las Autodefensas Unidas de Colombia (auc), aseveraban que contaban con el respaldo del 35 por ciento del Congreso de la república. No se hicieron esperar los insultos y negativas de nuestros ofendidos senadores y representantes a la Cámara, señalando que tales afirmaciones atentaban contra la imagen del legislativo y contra la democracia misma.

Qué estarán pensando hoy, esas mismas prostitutas bien bañadas de la política nacional, que en su momento negaron lo que empezaba a ser un secreto a voces, y que hoy es noticia confirmada: los nexos de vieja data entre los grupos paramilitares y reconocidos figurines de la alta política en Colombia. Según la Corte Suprema de Justicia, los delitos de los narcoparacocongresistas, van desde financiar y conformar grupos paramilitares, hasta ordenar homicidios selectivos y masacres.

Durante cerca de cinco años, desde diversos sectores de la vida nacional, al presidente Álvaro Uribe, se le pidió que asumiera una posición radical frente a los que en su momento eran supuestos nexos de paramilitares con políticos, muchos de los cuales lo acompañaron durante su primer mandato y en la puja por la reelección. Todo el país se quedó esperando la respuesta del presidente, y esta tan solo llegó y de forma lacónica hace algunos días, cuando el pueblo en su mayoría descreía de la sinceridad de sus palabras.

Pero como siempre Uribe, manipulador y mentiroso, primero afirmó que él y su gobierno, siempre habían en aras de la democracia, sostenido una posición radical en contra de los violentos, y remató su intervención con una cortina de humo como ya es habitual en él, pues comenzó a botar estiércol para todas partes, o a poner el espejo retrovisor como dicen los más moderados, al recordar grandes pecados de gobiernos pasados, en un intento desesperado por encontrar una justificación tardía para su gestión.

Si de poner el retrovisor se trata, sería bueno que empezáramos hablando de las tristemente célebres “Convivir”, que no fue otra cosa que la legalización del paramilitarismo en Antioquia cuando el hoy presidente era gobernador en ese departamento, el mismo presidente que no muchos años después, de manera mafiosa manipuló al Congreso para hacerse reelegir, y con esa autoridad moral y ética, es que pretende combatir las autodefensas y cuestionar al congreso: con razón que su selectiva mano dura no le a servido para confrontar a sus compadritos de andadas.

Sería el colmo del cinismo y la sinvergüencería, como seguramente ocurrirá, que al igual de lo acontecido con el presidente Samper y el histórico proceso ocho mil, al final de las investigaciones nos salgan con el cuento de que todos sabían de los nexos de los narcoparacos con políticos, menos el presidente, con el argumento de que si la figura del primer mandatario es tocada siquiera, que dirán en América de la democracia más vieja del continente, y con esa disculpa torpe, si es necesario le perdonamos al presidente incluso que sea un hampón.

Y entonces de cual democracia nos hablan, si de ese pueblo, tan apto para sus discursos veintejulieros, pero que en el fondo desprecian, solo les es útil apenas están cerca las elecciones: motivan a la gente a salir a sufragar; y de que vale el voto de un ciudadano, cuando las grandes mafias electorales de este país, en connivencia con los terroristas y delincuentes, amañan a su arbitrio la conformación del congreso, y de pasadita escogen presidente, nos meten la vulgar mentira de que democracia es ir a depositar un boto, que ni cuenta ni a nadie le importa, bandidos a los que si fuera poco, les tenemos que dar las gracias pagándoles entre todos onerosos sueldos y prestaciones sociales, y pensiones de jubilación que no se compadecen con la pobreza de la mayoría.

Y como si faltara una afrenta más, empiezan a promover una ley de punto final, con la que pretenden exonerarse de todos sus crímenes; ellos mismos delinquen, y ellos mismos se ponen el castigo. Deberíamos nunca volver a sufragar para escoger a ninguno de estos criminales, o por lo menos promover en serio el voto en blanco como fórmula mayoritaria, y así exigir la conformación de un nuevo congreso, aunque si así fuera, con seguridad cambiarían ese pedacito de la ley antes que por mandato popular los revocáramos, y volverían más tiránica esta democracia, por lo menos hasta que muriese el emperador reinante, y hacer patente más que nunca el refrán: “tras de bufones ladrones”.