El miedo, moneda de cambio electoral
Por: Juan Simón Cancino Peña
Si algo mueve a esta sociedad pre moderna en su pensamiento es el miedo, y son los políticos de antaño y de ahora los mejores intérpretes de esa cultura perpetua del miedo colectivo, porque han sabido sacarle partido en su beneficio, porque lo han convertido en el coco de una ciudadanía en su mayoría paralizada por los devaneos maniqueístas entre el mundo de los buenos y el mundo de los malos.
Ahora es el pre candidato del Centro Democrático, el inefable Francisco Santos que como preámbulo de su campaña, en excepcional demostración de talento publicitario contaminará los pasacalles de ciudades y poblados con genial pancarta en la que aparece a la izquierda el primo hermano de ese tanque de pensamiento del Centro Democrático llamado José Obdulio Gaviria, y a la derecha el comandante de las FARC, Iván Márquez.
Dice “Pachito”, a cada quien lo que se merece, en su tono de adolescente incomprendido, que su propósito es resaltar que el primo de José Obdulio no ha matado tantos policías como Márquez, ¿y para quién será ése mandado “pachito”?, y que a propósito de los diálogos de la Habana las víctimas del grupo subversivo deben ser visibilizadas, restituidas, reparadas y se les debe decir la verdad respecto de sus verdugos
Claro que sí “pachito”, ¿o acaso hay alguien que no esté de acuerdo con tan noble gesto? pero no le parece señor pre candidato y ex vicepresidente de la república que la mejor forma de rendirle tributo a las víctimas es mostrar la diversidad de sus rostros, contar y escribir sus historias de dolor y desarraigo, sacarlas de las frías estadísticas y convertirlas en carne y hueso, como le gusta a su patrón, en lugar de visibilizar a sus verdugos.
Dijo usted “Pachito”, como parece que le gusta que lo llamen, tal vez se convierta en el leitmotiv de su precandidatura, que no salió a marchar por las víctimas de esta guerra y como forma de rechazo al proceso de paz, dizque porque esa era una marcha para aceitar la reelección del presidente Santos; ¡vea qué curioso, en cambio usar las víctimas bajo el parapeto de dos imágenes que son de repudio del pueblo colombiano, justo antes de dar el pitazo de comienzo para escoger el peluche que tendrá como ventrílocuo al señor de tierras ubérrimas desde el Centro Democrático no le parece un uso político de las víctimas! Dirá usted que la política es dinámica mi querido doctor.
No doctor Santos, y perdóneme la irreverencia y la confiancita, usted con sus pancarticas al igual que su gamonal político tienen en el hecho de incentivar el miedo en el pueblo el caldo de cultivo para perpetuar su política de tierra arrasada; el doctor Uribe dijo en 2002 que de no elegirlo los terroristas se tomarían el país, discurso calcado de Juan Manuel Santos y su promesa fallida, para gloria del pedazo de patria que aún nos queda, pero que lo llevó al poder.
Ay mi querido pachito, la lista de los incentivadores del miedo como forma para perpetuarse en el poder es larga, muy larga, y a riesgo de obviar antecesores en práctica similar podríamos empezar por los persas en contra de los griegos, los griegos en contra de los romanos, los cruzados en contra de los musulmanes, los musulmanes en contra de los cristianos, a Hitler y su tercer Reich en contra de los judíos y homosexuales entre tantos, a los judíos en contra de los palestinos, a los macartistas en contra de los comunistas, a los comunistas en contra de los capitalistas, y a los uribistas contra todo aquello que no se les parezca.
Y así es que el miedo se convierte en el patrón de cambio electoral, en el mecanismo de chantaje predilecto de los políticos mediocres, en la justificación de todas las guerras, en el pretexto de todos los odios, en la letanía de esos que se autodenominan como hombres y mujeres de armas tomar; son esos mismos que van por el mundo inventando gigantes de roca de los molinos de aire, porque justo su éxito estriba en demonizar al enemigo, en magnificar sus desastres, y por sobre todas las cosas, hay que encontrar al héroe que apacigüe el miedo; en cambio usted “Pachito, en cambio usted y sus ideas no me dan miedo, me dan risa.
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