Como si nada hubiera cambiado
Escrito por Juan Simón Cancino Peña.
La ramplona politiquería más que la política ejercida con dignidad, consiste en que los gobernantes de turno ajusten sus versiones de la realidad a usos del lenguaje pletóricos de eufemismos. Es del caso que si el manzanillo de ocasión tiene sus orígenes en el ejercicio de la oposición, más tarde que temprano sus máximas terminan pareciéndose a lo que antes criticaba, en tanto que si es tan solo un eslabón en la cadena interminable de quienes casi que por heredad detentan el poder, su tarea no consistirá en otra cosa que en la perpetuación del Statu Quo.
Será tal vez por eso que el nuevo poseso de la politiquería nacional, que en mala hora sucedió en el protagonismo del ridículo diario y carente de pudores al enajenado expresidente del carriel y del zurriago, anda perorando como Rin Rin Renacuajo aunque nunca tan tieso y tan majo, que los ataques al luciferino Transmilenio son una conspiración a su preclaro gobierno, y que la turbamulta tal y como si se tratare de un juego de títeres, fue orquestada por fuerzas oscuras.
Bravo doctor Petro, rabo y oreja para usted, ya aplica las mismas monsergas de todos los politiquerillos que durante toda nuestra historia nos han gobernado: ya aprendió y con creces la adánica tara de aplicar el espejo retrovisor para luego refundar el mundo sobre sus propios evangelios, avanza con lujo de detalles en aquello de de descalificar a quienes no piensan como usted, y magnífico en la máxima luiscatorcesca de creer que el Estado es usted aunque a diferencia del llamado rey sol usted acaso llegue a pavesa.
El otrora subversivo y tan digno en su papel de opositor, con la aclaración que pocas cosas tan dignificantes para el espíritu humano que el pensamiento que encarna rebeldía, ahora se comporta como cualquier Samuel, con perdón de la capitana, pues no teniendo inteligencia para gobernar como se preveía y advirtió hasta la saciedad, eso en el supuesto que gobernar con inteligencia se haya practicado alguna vez por estos andurriales, ahora acusa a las masas de actuar por mandato superior a su capacidad de comprensión.
Ay doctor Petro, usted indignado y con usted la sociedad entera porque unos inconformes la emprendieron a palos contra algunas estaciones de Transmilenio, como si eso fuera cosa grave en un país donde entre políticos, militares, guerrilleros y exguerrilleros han grabado en la memoria colectiva desastres que son mucho más importantes que unos pedazos de vidrios rotos por ciudadanos cuyo único pecado fue recordarle lo mal que lo está haciendo; enfatizar en los desórdenes y en los traumatismos que estos generaron, es seguir buscando la fiebre en las sábanas cuando ésta no está en otra parte que no sea en la cabeza calenturienta de nuestro Luís XIV.
Pero lo realmente deplorable compañero Gustavo, o tal vez deba decirle excompañero, es que tenga la cachaza de decir que la gente se moviliza porque otros la compelen, como si la indignación no fuera propia de la naturaleza del género humano cuando se siente vulnerado, como si no fuera causa suficiente de la molestia el maniculiteteo diario al que son sometidas las damas y las que no lo son tanto, sumado al rechazo generalizado por las altas tarifas de un servicio que a todas luces es tan pésimo como los malos alcaldes. Excompañero Gustavo, o doctor Gustavo si prefiere, ya es usted un clon de tanto general y tanto gobernador, que al primer amago de movilización ciudadana no le queda de otra que decir que son fuerzas oscuras las que invitan a la protesta.
El ejercicio de la politiquería consiste en gobernar sobre el desconocimiento del mandato ciudadano, ese ciudadano que se supone y se desea heterónomo, pues entre menos proteste menos problemas dará, sumado a la presencia emergente de un líder carismático que todo lo puede, que da garrote con la diestra y zanahoria con la siniestra, en tanto que se esmera con denuedo por convencer a su redil que este no piensa, y que de atreverse a hacerlo algún día, será porque otros lo habrán manipulado y no porque tenga motivos objetivos para hacerlo. Doctor tavito, ya es momento que entienda que la gente no jode por joder, y que si se causaron daños pues arréglelos, pero por amor de Dios, cállese y dedíquese a gobernar, y demuestre que usted es el cambio de una izquierda que gobierna tan bien como habla.
Juan Simón Cancino Peña.
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